.
Una tarde común y corriente, llega a mi departamento un amigo con el que habíamos acordado juntarnos a estudiar. Al abrir veo que no venía solo, estaba acompañado por una bolsa de “tutúcas” de tamaño familiar.
Nos sentamos y empezamos a leer mientras comíamos tutúcas. Cuando comí aproximadamente la doceava tutúca, le dije a mí compañero:
- ¡Estas porquerías no tienen gusto a nada!- ¿y para que las comes entonces?
- Porque hace un rato comí una muy dulce que estaba riquísima, respondí.
Y en ese momento se cayó de madura la siguiente definición:* LA VIDA ES UNA BOLSA DE TUTÚCAS *
Una gran bolsa de tutúcas; algunas muy dulces, otras mas bien insípidas y otras, quemadas, con una intensa amargura.
En cada decisión que tomamos, ya sea más o menos importante, estamos tomando al azar una tutúca de la bolsa sin saber como va a ser.
Y así, vamos sacando… algunas dulces y otras más amargas, pero cuando sacamos una bien dulce, sentimos que valió la pena haber comido todas esas tutúcas intrascendentes para poder saborear este momento plenamente. Esto es lo que hace que volvamos a tomar otra tutúca, esperando sentir lo mismo, o algo mejor aún.
También te van a tocar algunas quemadas que van a dejar un desagradable gusto amargo. Ante esto, la mejor opción es volver a arriesgar, porque solo una tutúca dulce te va a poder sacar ese indeseable gusto amargo.
Una tarde común y corriente, llega a mi departamento un amigo con el que habíamos acordado juntarnos a estudiar. Al abrir veo que no venía solo, estaba acompañado por una bolsa de “tutúcas” de tamaño familiar.
Nos sentamos y empezamos a leer mientras comíamos tutúcas. Cuando comí aproximadamente la doceava tutúca, le dije a mí compañero:
- ¡Estas porquerías no tienen gusto a nada!- ¿y para que las comes entonces?
- Porque hace un rato comí una muy dulce que estaba riquísima, respondí.
Y en ese momento se cayó de madura la siguiente definición:* LA VIDA ES UNA BOLSA DE TUTÚCAS *
Una gran bolsa de tutúcas; algunas muy dulces, otras mas bien insípidas y otras, quemadas, con una intensa amargura.
En cada decisión que tomamos, ya sea más o menos importante, estamos tomando al azar una tutúca de la bolsa sin saber como va a ser.
Y así, vamos sacando… algunas dulces y otras más amargas, pero cuando sacamos una bien dulce, sentimos que valió la pena haber comido todas esas tutúcas intrascendentes para poder saborear este momento plenamente. Esto es lo que hace que volvamos a tomar otra tutúca, esperando sentir lo mismo, o algo mejor aún.
También te van a tocar algunas quemadas que van a dejar un desagradable gusto amargo. Ante esto, la mejor opción es volver a arriesgar, porque solo una tutúca dulce te va a poder sacar ese indeseable gusto amargo.
Espero que en tu bolsa abunden las tutúcas dulces y que las amargas pasen rápido.